Hace tiempo que me doy cuenta que he llegado aquí sin planear mucho o nada mi vida. Quizá no sea lo mejor, pero si me hubieras preguntado a los 17 cómo me veía a los 27, es probable que no hubiera acertado en casi de nada de lo que me rodea, excepto mi hija. Siempre quise que quería ser madre joven (más joven que ahora). Sin embargo pensé que tendría un trabajo más estable y remunerado, otra situación sentimental o incluso otro lugar de residencia (uno con playa claro).
El caso es que no dejo de oir a gente planificar su vida como para los próximos 10 años. Te dicen cuántos hijos tendrán, dónde vivirán, de qué vivirán y que por supuesto, sus hijos estarán mejor educados que los tuyos. Eso me hace recordar siempre el
cuento de La Lechera, ¿lo conocéis verdad?
Para los que no, os lo cuento aquí en breve:
Hace mucho tiempo, en una granja rodeada de animales, vivía la joven
Elisa. Una mañana de verano se despertó antes de lo acostumbrado.
¡Felicidades,
Elisa! - le dijo su madre -. Espero que hoy las vacas den mucha leche porque
luego irás a venderla al pueblo y todo el dinero que te den por
ella será para ti. Ese será mi regalo de cumpleaños.
¡Aquello
sí que era una sorpresa!
Cuando tuvo
un cántaro grande lleno hasta arriba de rica leche, la lechera se
puso en camino.
Elisa se puso a pensar en las cosas que podría
comprarse con aquel dinero.
Ya sé
lo que voy a comprar: ¡una cesta llena de huevos! Esperaré
a que salgan las pollitos, los cuidaré y alimentaré muy bien.
y cuando crezcan se convertirán en hermosos gallos y gallinas.
Elisa se
imaginaba ya las gallinas crecidas y hermosas y siguió pensando
qué haría después.
- Entonces
iré a venderlos al mercado, y con el dinero que gane comprará
un cerdito, le daré muy bien de comer y todo el mundo querrá
comprarme el cerdo, así cuando lo venda, con el dinero que saque,
me comprará una ternera que dé mucha leche. ¡Qué
maravilla! Será como si todos los días fuera mi cumpleaños
y tuviera dinero para gastar.
Ya se imaginaba
Elisa vendiendo su leche en el mercado y comprándose vestidos, zapatos
y otras cosas.
Estaba tan
contenta con sus fantasías que tropezó, sin darse cuenta,
con una rama que había en el suelo y el cántaro se rompió.
-¡Adiós
a mis pollitos y a mis gallinas y a mi cerdito y a mi ternera! ¡Adiós
a mis sueños de tener una granja! No sólo he perdido la leche
sino que el cántaro se ha roto. ¿Qué le voy a decir
a mi madre? ¡Todo esto me está bien empleado por ser tan fantasiosa!
Adaptación de la fábula de La fontaine. EL BUS INFANTIL
Todo esto viene porque creo que se puede hay personas que hacen castillos en el aire. Y no es que vea como algo negativo que la gente tenga ilusión y ganas de prosperar, no. Creo realmente que hace falta tener esperanza para lograr tus objetivos y, por supuesto tener esos objetivos. Pero lo que no me gusta nada es oír a los demás hablar como si tu vida fuera una mierda y la suya vaya a ser la mejor del mundo porque la ha planificado.
En el ámbito de la crianza pasa igual. Hay que informarse sí, pero también saber adaptarse al futuro hijo que tendrás. Nadie te garantiza que te vaya a dejar dormir el primer día sólo por que lo dejes llorando en otra habitación. Puede tener cólicos durante meses, ser poco dormilón o un poco más demandante.
En ese sentido no debería llenarse la boca hablando de cómo de "bueno" va a salir su futuro hijo. ¿Acaso es malo un niño al que le cuesta conciliar el sueño y sólo pide amor y cercanía? O yo estoy muy loca o no veo comparación alguna.
Bien, pues el cuento de la lechera lo podríamos aplicar a esto: te puedes hacer la carrera con más salidas profesionales, irte a la China, casarte con el amor de tu vida (u otro similar jeje) y tener 5 hijos y que esos cinco sean los futuros Premios Nobel. Pero puede que cuando nazca el primero veas que no todo es tan bonito como pensabas, que requiere mucho sacrificio, que tu pareja no te ayuda tanto como te gustaría o que no te apetece oír llorar a tu bebé porque necesita estar contigo. Sería como tener un bombo con números (éstos serían bebés) y que no sepas cuál (o cómo) te va a salir.
Yo había leído bastante antes de dar a luz pero no planeé casi nada. No sabía cuánto tiempo iba a dar el pecho, ni pensaba que la niña dormiría conmigo, que dejaría de hacer otras muchas cosas por decisión propia y sin pesar, ni que necesitaríamos tanto contacto ambas.... un sin fin de
cosas que no son como creías que serían en la maternidad. Igual pasa con la relación. Habrá días que, por mucho que quieras a tu pareja, no te apetezca que haga algo y necesites que te ayude más. Cuidar la relación entonces no será tan fácil y también conllevará un esfuerzo adicional.
Así pues, creo que es necesario vivir un poco más en la realidad, tener ideales también, pero es fundamental adaptarse a lo que nos viene. Y, ante todo, no comparar y juzgar a los demás y sus circunstancias.